Las plantas en
general, tanto en la filosofía taoísta como andina, se presentan con un
simbolismo muy importante. Expresado en el cultivo de las ideas y del cuerpo.
La palabra cultura nace de la noción de cultivar un organismo vegetal para que
crezca, para que asiente raíces y se reproduzca, que genere frutos y
descendencia. Estos simbolismos son muy importantes para llegar un concepto
ligado a estas filosofías, la conciencia planetaria.
La
conciencia planetaria nos revela que no existimos por encima de la Tierra sino
que somos parte de una red compleja y sutil que incluye todas las formas de
vida del planeta. El ecólogo Ramon Margalef (1919-2004) ya señalaba que no
debemos hablar de “el hombre y la biosfera “sino de” el hombre en la biosfera.
La conciencia planetaria también nos hace conscientes de que la existencia
humana en plenitud requiere la protección y conservación de la diversidad de
formas de vida con las que compartimos la tierra. (Terra, 2010, Párr. 1)
Es
una valiosa lección, la lucha por nuestro planeta. Tanto en el
mundo andino y oriental, se lucha por salvar el ecosistema del planeta y del hombre. Buscan
la armonía del planeta con los seres humanos, trabajan por ser una unidad. Para prever alguna
afectación o desequilibrio tanto del planeta como de la persona.
Necesitamos
cultivar la responsabilidad planetaria, responsabilizándonos de las
consecuencias globales de nuestras acciones a nivel socioeconómico y ecológico.
Esta responsabilidad se manifestaría en un sistema económico que sea consciente
de que la economía es sólo una filial de los ciclos planetarios y un sistema en
el que, por ejemplo, los precios de los bienes y servicios reflejen su
verdadero coste social y ecológico. Otra consecuencia de la responsabilidad
planetaria es aplicar el principio de precaución a toda tecnología que tenga el
potencial de agravar la insostenibilidad de nuestro mundo. (Terra, 2010, Párr. 2)
“La
conciencia planetaria también incluye la responsabilidad hacia las generaciones
futuras (responsabilidad intergeneracional). Varios pueblos indígenas se han
guiado tradicionalmente por el llamado criterio de la séptima generación: “ten
presente las repercusiones de tus actos hasta las próximas generaciones”. (Terra, 2010, Párr. 3) Es importante mantener
esta visión para preservar la salud humana en generaciones futuras.
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